“El bordar es como pintar con hilos de colores. La técnica conjuga el saber combinar los tonos y dar las puntadas correctas cual si fueren pinceladas”.

Por Montserrat Piñeiro

Los teóricos de la estética describen como deleite espiritual el observar las obras del bordado coreano o chasu. La maestría técnica es impresionante y el virtuosismo con la aguja es más que evidente. Tintes selectos y tejidos minuciosos logran diseños delicados en una de las artesanías que pone de manifiesto las concepciones filosóficas y estéticas de esta sociedad.

Las labores textiles han representado siempre una de las expresiones artísticas primarias de todas las culturas y el bordado es tanto en Corea como en varios países del mundo una actividad ancestral que se transmite de generación en generación. El bordar es como pintar con hilos de colores. La técnica conjuga el saber combinar los tonos y dar las puntadas correctas cual si fueren pinceladas.

La historia a grandes rasgos

A través de la literatura histórica es como se han conocido los antecedentes del chasu. El capítulo Buyeo del Samguk-ji (Las Tres Eras de la Historia de la Antigua China)

describe cómo la gente usaba brocados brillantes y ropa de seda bordada con diversas

imágenes. Más adelante, en el capítulo Goguryeo se registra que también los

funcionarios vestían prendas bordadas con oro y plata para las reuniones

formales.

En el Samguk Sagi (Historia de los Tres Reinos) la descripción del traje de espectáculos en Baekje menciona que en el festejo de los 28 años del rey Ko-I los funcionarios llevaban túnicas rojas de mangas anchas, pantalones azules y sombreros bordados con una flor dorada y pájaros. Asimismo, en el capítulo Shilla del mismo libro, se puede conocer que la gente común había comenzado a utilizar el bordado desde la época del rey Soji. Y un detalle curioso e importante: la reina Jindeok de esta dinastía bordó un poema de paz en memoria de su entronización y lo envió al emperador de Tang en China. Este es el único antecedente que se tiene de bordados realizados por alguien de la familia real a lo largo de la historia de Corea.

Posteriormente, cuando el rey Heon Gang de Shilla Unificada murió, -en el año 886-, la reina asignó a Weonhae, un maestro del bordado, para hacer un retrato del monarca.

Durante Goryeo

A lo largo de la dinastía Goryeo, el bordado era bastante popular. Ropa de vestir y demás artículos de adorno estaban decorados con bordados a grado tal que llegaba a ser extravagante. Para evitar el mal de lujo, el gobierno trató de prohibir la actividad de bordar en varias ocasiones.

Según Goryeo Dogyeong, el traje de los reyes estaba bordado con un escudo real. Se cuenta también que cuando el rey Gojong hizo un viaje a Ui-Bong, los funcionarios encargados de cada parte del cortejo llevaban uniformes, banderas, abanicos y muchos otros artículos bordados. Incluso los caballos tenían adornos como sillas de montar y riendas decoradas con dicho trabajo artesanal.

La Historia de Goryeo registra igualmente que cuando el rey Gong-min fue al templo budista Bongun-sa con el príncipe y la reina, después de escuchar el sermón del monje Bo-U,  le ofreció ropa, un traje de plata bordado y muchos otros valores como presentes.

El libro Goryeo Dogyeong también nos permite conocer que figuras como montañas, flores, pájaros, animales y frutas estaban siempre bordados sobre tela roja pero se desconoce el motivo por el cual sólo se utilizaba este color de base.

El único trabajo de bordado que se conserva de esta época es el manto de Daekak Guksa, (el preceptor nacional budista) en Seonam-sa.

Durante Joseon

Durante esta dinastía los bordados se utilizaban principalmente entre las clases altas y la realeza. La existencia del subang (habitación para bordado) fue propia de esta época. Se trataba de una sección del palacio en donde se llevaba a cabo el bordado de la ropa y objetos diversos para la familia reinante. Una vez que las mujeres expertas en el tema habían completado un cierto nivel de formación y habían demostrado una habilidad excepcional, eran seleccionadas para trabajar en el subang. Utilizaban hilo teñido con tintes naturales y sellos grabados en madera con los que se imprimían los dibujos en la tela y con base a ello se procedía a bordar las figuras.

Durante esta época existían dos tipos de bordado: el kungsu que servía para determinar el escalafón de los funcionarios en tanto que anagrama y el mansu, que eran los bordados populares y que daban rienda suelta a la libertad creativa. Ambas clasificaciones representan a través de sus motivos un vasto universo simbólico que mezcla influencias chamánicas, religiones ancestrales, la filosofía budista y la influencia china. El colofón es una iconografía codificada que asigna a cada objeto un mensaje que corresponde a la función del mismo y al estatus de quien lo porta.

Dentro del sentido simbólico, los tigres y las grullas estaban asociados al poder; se usaban figuras de.inocencia para representar a la niñez; crisantemos y peonias para honrar la belleza femenina e indicar el estatus social.

Cuando el confucianismo se estableció como filosofía reguladora de la sociedad causó la implantación de una legislación que impactó incluso en la actividad del bordado. El hyungbae (sistema de emblemas oficiales) regía el uso de materiales y figuras para mostrar el estatus de quienes portaban la ropa.

El trabajo de bordado coreano más antiguo conocido es el Cheosuguk Mandara en Chugu-ji (templo budista en Japón). Bajo la supervisión de Jinkuma de Beakje, tres artesanos hicieron un dibujo sobre el que bordaron las mujeres expertas en el tema. Los dos grandes pliegos (cada uno de aproximadamente 2 metros de largo) se terminaron en el año 622 d.C.

Clasificaciones

Dentro de la actividad del bordado existen varias clasificaciones: el okshik chasu que indica el bordado en la ropa; el kamsang chasu, que representa un tipo de obra artística, y el chasu budista que se utilizaba en las estatuas y templos.

Otra sub clasificación que merece mención aparte es la de los pojagi, pañuelos portadores de suerte que eran legado familiar y se utilizaban en celebraciones o para portar y transportar objetos. Se confeccionaban con recortes o retales, resultado de la confección de otras prendas.

Los pojagi tienen muchos significados: representan la materialización de la cultura agrícola tanto en el aspecto funcional como en la parte lúdica. Cumplen la misma función que los bolsos y bolsas occidentales pero con dos diferencias: poseen mayor versatilidad ya que su forma se adecúa a la del objeto que contiene (de hecho de acuerdo al tipo de pojagi existe una forma de doblarlo); y además son objeto de atención estética ya que poseen un simbolismo que los contenedores occidentales no ostentan.

Envolver algo en un pojagi significa preservar la buena fortuna del objeto en cuestión.

Entre los pojagi existen varias clasificaciones:

  • Los chogakpo, confeccionados con patchwork, – las mujeres colocaban todos los retazos de tela en el suelo y los mezclaban hasta obtener una combinación que considerasen armoniosa-.
  • Los cintamani, cuyos círculos del tejido forman pétalos de colores.
  • Y los supo que se usan para cermonias y rituales.

Para conocer más sobre el tema es aconsejable visitar el Museo del Bordado Coreano, ubicado en Gangnam, el cual cuenta con un total de mil artículos de bordado.